LECCION 12

  • Categoría: LECCION 1 2024
  • Publicado el Miércoles, 20 Marzo 2024 22:43
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Lección 12: Para el 23 de marzo de 2024
ADORACIÓN SIN FIN


Sábado 9 de marzo
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- Audio Leccion -

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmo 134; Isaías 42:10-12; Apocalipsis 14:3; Salmos 15; 101:1-3; 96; Apocalipsis 14:6-12; Juan 4:23, 24.

PARA MEMORIZAR: “Al Señor cantaré en toda mi vida, a mi Dios salmearé mientras viva” (Sal. 104:33).

A medida que aumenta nuestra experiencia con la gracia y el poder de Dios, nos sentimos impulsados a preguntar junto con el salmista: “¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí?” (Sal. 116:12). La respuesta inevitable es dedicar la vida a ser fiel a Dios.
En Salmos, Israel no es simplemente una nación, sino “la gran congregación” (Sal. 22:22, 25; 35:18). Esto revela la vocación primordial de Israel de alabar a Dios y dar testimonio de él a las demás naciones, porque el Señor anhela que todo el mundo se una a su pueblo en la adoración. El pueblo del Señor se identifica con los justos, aquellos que adoran al Señor y cuya esperanza está en él y en su amor.
Alabar al Señor en la congregación se percibe como el culto ideal. Esto no significa que la oración y la alabanza personales en Israel asuman un papel secundario. Al contrario, el culto individual a Dios sustenta el culto comunitario con alabanzas renovadas (Sal. 22:22, 25) mientras, a su vez, el culto individual desarrolla todo su potencial en estrecha relación con la comunidad.
La comunidad que rinde culto también recibe el nombre de “congregación de los rectos” (Sal. 111:1). Los rectos conocen a Dios (Sal. 36:10) y Dios los conoce a ellos (Sal. 37:18), y esta experiencia permea todos los aspectos de su existencia.


Comentarios Elena G.W

“¿Quién expresará las valentías de Jehová? ¿quién contará sus alabanzas?” Salmo 106:2.
“Invocad su nombre: haced notorias sus obras en los pueblos. Cantadle, cantadle salmos: hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre: alégrese el corazón de los que buscan a Jehová”. Salmo 105:1-3…
No debemos limitar la invitación del evangelio y presentarla solamente a unos pocos elegidos, que, suponemos nosotros, nos honrarán aceptándola. El mensaje ha de proclamarse a todos. Cuando Dios bendice a sus hijos, no es tan solo para beneficio de ellos, sino para el mundo. Cuando nos concede sus dones, es para que los multipliquemos compartiéndolos con otros (El ministerio de curación, pp. 68, 69).
Dulce será mi meditación en él; Yo me aalegraré en Jehová. Salmo 104:34.
¿Por qué no mantener vuestras mentes arraigadas en las inescrutables riquezas de Cristo, para que podáis presentar a otros las gemas de verdad? En la Palabra de Dios hay ricas minas de verdad, en cuya exploración podemos pasar la vida entera, y sin embargo encontraremos que solo hemos comenzado a revisar sus preciosos depósitos. Cavemos profundamente, y saquemos los tesoros escondidos …
Necesitamos llenar constantemente nuestra mente con Cristo, y vaciarla de egoísmo y pecado… Justamente en el momento en que vaciéis vuestra mente de vanidad y frivolidad, ese vacío será llenado con aquello que Dios desea daros: su Espíritu Santo. Entonces del buen tesoro del corazón sacaréis buenos frutos, ricas gemas del pensamiento, y otros recibirán las palabras, y comenzarán a glorificar a Dios. … Vuestros pensamientos y afectos deben morar en Cristo, y debéis reflejar sobre otros aquello que ha brillado sobre vosotros, procedente del Sol de Justicia (Nuestra elevada vocación, p. 117).
Para nuestro propio beneficio, debemos refrescar en nuestra mente todo don de Dios. Así se fortalece la fe para pedir y recibir siempre más… El alma que responda a la gracia de Dios será como un jardín regado. Su salud brotará rápidamente; su luz saldrá en la obscuridad, y la gloria del Señor le acompañará. Recordemos, pues, la bondad del Señor, y la multitud de sus tiernas misericordias. Como el pueblo de Israel, levantemos nuestras piedras de testimonio, e inscribamos sobre ellas la preciosa historia de lo que Dios ha hecho por nosotros. Y mientras repasemos su trato con nosotros en nuestra peregrinación, declaremos, con corazones conmovidos por la gratitud: “¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salud, e invocaré el nombre de Jehová. Ahora pagaré mis votos a Jehová delante de todo su pueblo”. Salmo 116:12-14 (El Deseado de todas las gentes, p. 314).