LECCION 7
- Categoría: LECCION 1-2023
- Publicado el Jueves, 16 Febrero 2023 10:52
- Escrito por Super User
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![]() | Lección 7: Para el 18 de febrero de 2023 “A UNO DE ESTOS MIS HERMANOS PEQUEÑOS” ![]() Sábado 11 de febrero |
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Lee para el estudio de esta semana Lucas 4:16–19; Isaías 62:1, 2; Deuteronomio 15:11; Mateo 19:16–22; Lucas 19:1–10; Job 29:12–16 .
Para memorizar
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: '¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo” ( Mat. 25:34 ).
La Biblia habla a menudo de los extranjeros (a veces llamados forasteros), los huérfanos y las viudas. Este grupo puede ser de aquellos a quienes Jesús se refirió como “uno de estos mis hermanos pequeños” ( Mat. 25:40 ). ¿Cómo podemos identificar a estas personas hoy? Los extranjeros de los tiempos bíblicos eran personas que tenían que dejar su tierra natal, tal vez a causa de la guerra o el hambre. El equivalente en nuestros días podría ser los millones de refugiados devenidos en indigentes debido a circunstancias en las que no eligieron estar.
Los huérfanos son niños que han perdido a sus padres por guerras, accidentes o enfermedades. Este grupo también podría incluir a aquellos cuyos padres están en prisión o ausentes. ¡Qué amplio campo de servicio se expone aquí!
Las viudas son las que han perdido a sus cónyuges por la misma causa que los huérfanos. Muchas son la cabeza de familia monoparental y las beneficiarias aumentarían la ayuda que la iglesia pueda brindarles.
Como veremos esta semana, ayudar a los pobres no es solo una opción. Es seguir el ejemplo de Jesús y obedecer sus mandatos.
Comentarios Elena GW
Los métodos para ayudar a los menesterosos deben requerir cuidado y oración. Debemos pedir sabiduría a Dios, porque él sabe mejor que los mortales cortos de vista cómo debe cuidarse a las criaturas que él hizo…
Debemos ayudar a los que, con familias numerosas que sostienen, tienen que luchar constantemente con la debilidad y la pobreza. Más de una madre viuda, con sus niños sin padre, trabaja más de lo que sus fuerzas le permiten a fin de conservar a sus pequeñuelos consigo y proveerles alimento y ropa. Muchas madres que estan en esta situacion han muerto por exceso de trabajo. Cada viuda necesita el consuelo de las palabras alentadoras, y muchas son las que deberían recibir material de ayuda.
Algunos hombres y mujeres de Dios, con discernimiento y sabiduría, deberían ser designados para atender a los pobres y menesterosos, en primer lugar a los de la familia de la fe. Dichas personas deberían dar a la iglesia su informe y su opinión acerca de lo que deberían hacerse ( Testimonios para la iglesia , t. 6, pp. 280, 281).
La Majestad del cielo identifica sus intereses con los de la humanidad que sufre. Nuestros asociados y compañeros están necesitados de bondad sincera y de tierna simpatía. Es imposible crecer en Cristo, nuestra cabeza viviente, a menos que practiquemos la lección que él nos ha dado de simpatía, compasión y amor. Es imposible reflejar la imagen de Cristo a menos que este amor, que es de origen celestial, esté en el alma. Nadie entrará por los portales de la ciudad de Dios que no refleje este atributo ( Sons and Daughters of God, p. 148).
La medida de la regla de oro es la verdadera norma del cristianismo, y todo lo que no llega a su altura es un engaño. Una religión que induce a los hombres a tener en poca estima a los seres humanos, a quienes Cristo pensó de tanto valor que dio su vida por ellos; una religión que nos haga indiferentes a las necesidades, los sufrimientos o los derechos humanos, es una religión espuria. Al despreciar los derechos de los pobres, los dolientes y los pecadores, no demostramos traidores a Cristo. El cristianismo tiene tan poco poder en el mundo porque los hombres aceptan el nombre de Cristo, pero niegan su carácter en sus vidas. Por estas cosas el nombre del Señor es motivo de blasfemia.
Acerca de la iglesia apostólica perteneciente a la época maravillosa en que la gloria del Cristo resucitado resplandecía sobre ella, leemos que “ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía”, “que no había entre ellos ningún necesitado”, que “con gran poder los apóstoles dieron testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos”. Y, además, que “perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”. Hechos 4:32, 34, 33; 2:46, 47 .
Podemos buscar por el cielo y por la tierra, y no encontraremos la verdad revelada más poderosa que la que se manifiesta en las obras de misericordia hechas en favor de quienes necesitan de nuestra simpatía y ayuda. Tal es la verdad como está en Jesús. Cuando los que profesan el nombre de Cristo practiquen los principios de la regla de oro, acompañará al evangelio el mismo poder de los tiempos apostólicos ( El discurso maestro de Jesucristo , pp. 115, 116).
Reavivados por su Palabra: Hoy, |
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